Se habla mucho, muchísimo, sobre el síndrome de la impostora…
Esa incapacidad para reconocer tus propios logros…
Esa tendencia a pensar que nada de lo que haces es valioso…
Que eres un fraude…
Que no tienes nada que aportar…
Qué te voy a contar.
Y aunque esto es algo que nos afecta a todas con más o menos fuerza…
Me he dado cuenta de que hay un tipo de emprendedoras a las que esta inseguridad las golpea con mayor intensidad.
Verás, yo suelo trabajar con dos tipos de emprendedoras:
Las que se dedican a algo porque han vivido ellas mismas ese problema, lo han superado y han decidido dedicarse a ayudar a otras personas que puedan estar pasando por lo mismo…
Y luego están las que no han tenido este viaje de transformación y se dedican a algo que siempre se les ha dado bien, para lo que tienen facilidad.
Mi experiencia me dice que son precisamente las de este segundo grupo las que tienen más problemas para identificar qué es lo que aportan.
Son emprendedoras a las que les cuesta hablar de su trabajo.
Les cuesta crear páginas de venta.
Les cuesta concretar cómo ayudan a los demás.
Si eres una de esas personas a las que le cuesta ver qué aportan a los demás…
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