¿Cualquier pequeña tarea o actividad que debas incorporar a tu agenda se te hace un mundo porque ya no sabes de dónde más puedes sacar el tiempo para hacer todo lo que tienes que hacer?
¿Te machacas a ti misma, día sí, día también, con la idea de que no sirves, que no rindes suficiente, que deberías ser capaz de hacer más y te sientes un auténtico desastre la mayor parte del tiempo?
¿A menudo te entran ganas de desaparecer de la faz de la tierra para ver si así, de una vez por todas, consigues terminar con todo lo que tienes pendiente?
Por norma general, nuestra carga de trabajo va fluctuando en función de nuestros objetivos y los proyectos concretos en los que estemos trabajando en cada momento.
Hay épocas en las que vamos cumpliendo con lo que nos habíamos propuesto y sentimos que lo tenemos todo controlado…
Y otros momentos en los que tenemos picos de trabajo (como por ejemplo durante un lanzamiento) en los que nuestra carga de trabajo se dispara y vamos a full trabajando contrarreloj.
Hasta aquí entra todo dentro de lo normal, nuestra carga de trabajo no es algo lineal, hay épocas en las que puedes mantener un ritmo más relajado y otras en las que directamente vas de culo y no estás disponible para nadie.
Pero al fin y al cabo, este tipo de situaciones tienen una fecha límite, sabes que tu lanzamiento termina tal día y que después, aunque seguirás teniendo trabajo, ya será otra cosa.
El problema viene cuando vives en un estado de agobio crónico, porque a toda esa presión externa, se le suman todas esas voces críticas internas que no paran de machacarte:
Debería hacer más.
Tendría que haber acabado hace semanas.
Podría haberme planificado mejor
Así no lo voy a conseguir nunca…
Y entonces es cuando llegas al borde del colapso mental porque, además de ir con la lengua fuera por el mogollón de cosas que tienes que hacer, te culpas y te castigas por no ser capaz de hacer más.
¿Qué sucede en esos momentos?
Te estás esforzando para avanzar, pero todo cuesta mucho más porque vas cargando el peso de la culpa, la autocrítica y la falta de confianza en ti misma…
Un exceso de equipaje te lleva a ir más lenta y cometer más errores. lo que sigue alimentando la idea de que eres un desastre y nada de lo que haces es suficiente…
Es un pez que se muerde la cola.
Sentirte abrumada te hace menos productiva.
Con tanto lío, tareas pendientes, preocupaciones y voces críticas, tu cabeza está demasiado llena como para hacer lo que tienes que hacer.
Pero fíjate que lo que realmente te lleva a colapsar no es el trabajo en sí, sino todo lo que ocurre en paralelo en tu mente.
¿Qué hace la mayoría de las personas cuando están abrumadas?
Procrastinar
Es habitual que después de haberte dado cuenta del montón de cosas que tienes pendientes, te empieces a agobiar por todo lo que se te viene encima…
Y a los 5 segundos estás viendo en Facebook un vídeo recopilatorio con los gatitos más monos y graciosos del momento.
Cuando estamos abrumadas es mucho más fácil perder el foco.
Estoy agobiada porque tengo mogollón de tareas pendientes…
Empiezo a pensar en todo lo que tengo que hacer,,
No me veo capaz y mi inseguridad aumenta…
Me estreso todavía más hasta que llega un momento en que mi mente necesita algo de tregua y ¡PAM!
Decides meterte en Pinterest, Instagram o saltar de un grupo de WhatsApp a otro para ver si consigues olvidarte de todo.
Procrastinar nos permite relajarnos y sentirnos mejor durante unos instantes, es verdad.
Es la forma de recibir una gratificación instantánea y darnos algo de tregua…
Pero al final la realidad se acaba imponiendo y todo lo que tenías que hacer, sigue esperándote… Solo que ahora dispones menos tiempo y te sientes todavía más culpable por haber perdido el tiempo en algo totalmente improductivo.
Llegados a este punto tienes dos opciones:
1. Sigues con el ciclo, te vuelves a machacar, avanzas a trompicones, te agobias, pones una serie y con un poco de suerte, llegas a cumplir unos mínimos…
2. Tomas el control de la situación y empiezas a hacer algo para salir del atolladero en el que tú misma te has metido.
¿Te parece si te cuento algunas estrategias para dejar atrás el agobio?
Saca de tu mente todo lo que te preocupa
Coge bolígrafo y papel y vomita todas tus preocupaciones. Recuerda que necesitas liberar espacio en tu mente para poder pensar con claridad, así que no te dejes nada, suelta toooooodo lo que te agobia en estos momentos.
Escribe, escribe, escribe hasta que sientas que ya no hay nada más rondando por tu cabeza.
Verbalízalo
Una vez lo hayas sacado todo, empieza a leer en voz alta lo que has escrito.
Cuando dejamos nuestras preocupaciones en nuestra mente es mucho más fácil que entren en bucle y se retro-alimenten para seguir creciendo sin fin., así que sácalas de su medio.
Lee en voz alta qué tienes pendiente, cuáles son tus objetivos y qué es lo que te preocupa.
A menudo el simple hecho de verbalizar todo lo que tienes en mente ya te ayuda a organizar tus ideas porque te permite ver la situación desde otra perspectiva, eso te ayuda a relativizar la gravedad y en ocasiones encontrar la solución.
¿No te ha pasado alguna vez eso de ir a pedir ayuda por algo y dejar la frase a medias porque ya antes de terminar has visto cómo solucionarlo?
Pues eso 😉
Habla con alguien
Normalmente nos agobiamos mucho más cuando estamos solas y no compartimos con nadie nuestras preocupaciones.
Nuestras voces internas son capaces de alimentar todo tipo de miedos e inseguridades si no hacemos nada para remediarlo.
Así que coge el teléfono y llama a tu mejor amiga (¡nada de mensajes!) para hablar con ella y pedirle consejo.
Da igual si no entiende la mitad de las cosas de las que le hablas o no sabe cómo ayudarte, el simple hecho de compartir tu agobio con alguien te ayudará a relajarte, liberar tensiones y sentirte mucho mejor.
Deja lo que estás haciendo
Probablemente si estás ofuscada y con la sensación de que el tiempo no alcanza, pienses que salir a pasear te va a robar tiempo y no va a ayudar en nada, pero es justo lo contrario.
Salir físicamente de donde estás te va a permitir empezar a pensar en otras cosas, el atasco mental se va a diluir, eso va a hacer que tengas más espacio en tu mente y oh la lá, puede que hasta aparezca la solución antes de llegar a la esquina.
¿Por qué crees que las mejores ideas vienen cuando estás duchándote o lavando los platos? Porque estás haciendo algo distinto, permites que tu cerebro se relaje, la niebla mental empieza a diluirse y es entonces cuando las ideas empiezan a fluir.
Mantén el foco
Otro motivo por el que tenemos mucha facilidad para agobiarnos es porque nuestro cerebro tiene la capacidad de pensar en un millón de posibilidades al mismo tiempo.
Cuando veas que estás pensando en hacer mil cosas a la vez, fuérzate conscientemente en dirigir tu atención en una única cosa.
Cada vez que te descubras a ti misma preocupándote por cosas que vas a tener que hacer dentro de quince días, en 6 meses o un año, detente y dirige tu atención hacia el presente y enfócate en el primer paso que vas a dar hoy.
Desglosa en pasos
Si afrontas todos tus proyectos como un todo te va a ser muy difícil imaginar cómo puedes avanzar.
Sin tareas concretas que puedas accionar, te vas a sentir agobiada rápidamente.
Coge cada uno de tus grandes proyectos y divídelo en multitud de pasos que sí puedas asumir.
Conocer exactamente los pasos que tienes que dar te ayudará a sentir que estás delante de algo que puedes controlar, te sentirás más segura y será más fácil silenciar todas esas voces críticas internas que dudan de ti.
En momentos de agobio no tiene sentido intentar controlar todo lo que no depende de ti.
No podemos controlar los elementos externos, pero siempre vas a poder decidir qué haces en cada momento.
La próxima vez que estés a punto de colapsar, recuerda que tú tienes el control de tus pensamientos, puedes dejar que la bola de nieve crezca sin control, o puedes crear espacio en tu mente para hacer todo lo que sí tienes que hacer.
La decisión es tuya.
Y ahora, ¿qué tal si seguimos esta conversación y me cuenta qué trucos utilizas cuando estás agobiada? ¡Te espero en la sección de comentarios!
Frecuentemente, cuando siento una sensación incómoda , simplemente dejo que la respiración sea el foco de mi atención y la paz sustituye el ansia.
Algo tan sencillo y tan alcance de todo el mundo, y funciona, vaya si funciona.