MINI CURSO PRODUCTIVIDAD PARA MAMÁS EMPRENDEDORAS

CLASE 1

CLASE 2

CLASE 3

CLASE 4

CLASE 5

CLASE 6

CLASE 7

​​​​Mi historia con la productividad y los problemas que tuve para llegar a ser realmente productiva

Déjame que te cuente que tener mi propio negocio online nunca estuvo en mis planes...y ahora no concibo la vida de otra manera.

Desde bien jovencita tuve muy claro que me encantaba ayudar a los demás.

Me fascinaba todo lo que tenía que ver con la mente humana: motivaciones, conductas, reacciones...

Debía tener unos 13-14 años cuando me monté un archivador con clasificador alfabético que llevaba al patio del colegio para poder hacer un seguimiento de los "problemas y preocupaciones" de mis compañeros...

Sí, sí, algo así como un historial clínico.

¿A qué no adivinas qué acabé estudiando a pesar de que todo el mundo me decía que no tenía salidas?

.

.

.

.

.

.

¡Lo acertaste!

A día de hoy soy Licenciada en Psicología, especializada en Teoría del Apego y estoy certificada como Mastermind Coach….  Aunque el título del que me siento más orgullosa es el de ser Madre :D

Si te soy sincera tengo que admitir que la carrera me decepcionó bastante y poco a poco fui desconectando de mi visión inicial, aquella en la que me veía atendiendo pacientes en una consulta con diván (o algo similar).

Recién licenciada encontré trabajo en una empresa de trabajo temporal: hacía entrevistas de selección, llevaba la parte administrativa de las contrataciones, escuchaba atentamente las historias personales de todos los empleados y resolvía una media de 23 marrones diarios…

Todavía no sé muy bien por qué, sin proponérmelo y por inercia acabé desarrollando una carrera profesional en el ámbito de los Recursos Humanos.

Vale, no tenía nada que ver con lo que yo imaginaba al empezar la carrera, pero seguía sintiendo que de algún modo ayudaba a los demás, aunque sólo fuera porque yo no era la típica persona fría y sin sentimientos del Departamento de Personal :P

Así fue como, casi sin darme cuenta, en el momento de quedarme embarazada tenía un cargo de responsabilidad en una empresa española que se estaba expandiendo internacionalmente y en la que llevaba trabajando algo más de 6 años.

Aquí una inocente Neus de veintipocos tomando café delante de la máquina de café xD

Y para sorpresa de propios y extraños, tras el nacimiento de mi hijo en 2010, decidí no reincorporarme al trabajo tras mi baja maternal.

¿En plena crisis económica?!?!?!!? Sip.

Hasta ese momento no había sido plenamente consciente de lo poco que me gustaba mi trabajo.

Simplemente había activado el piloto automático y había ido siguiendo el camino marcado por la sociedad.

  • Porque el horario no estaba mal…
  • Porque tenía buena relación con los compañeros…
  • Porque llegaba una buena nómina cada fin de mes…

En definitiva, porque estaba cómoda y cumpliendo con lo que se suponía que debía hacer.

Pero al convertirme en madre, (sorpresa, sorpresa) mi mundo se puso patas arriba y mis prioridades cambiaron para siempre.

Churrinudo y bollito Recién Nacido. Puro Love

​​​​La simple idea de tener que separarme de mi bebé para acudir a un trabajo que cada vez detestaba con más intensidad se me hacía insoportable.

Decidí renunciar a "un buen trabajo estable" para sumergirme por completo en mi maternidad, sin saber muy bien qué vendría después.

A medida que iba pasando el tiempo y mi hijo iba creciendo, era más evidente que ningún trabajo convencional podría interesarme tanto como para querer volver salir de casa para ir a trabajar.

Yo quería conciliación familiar, pero de verdad.

Así fue como buscando alternativas descubrí el mundo de los blogs y los negocios en internet y vi la luz :D

En 2013 empecé mi andadura online llena de miedos, dudas e incertidumbre, pero fue el primer paso para poder reinventarme tanto personal como profesionalmente.

Por fin había encontrado algo que me permitía seguir disfrutando de mi maternidad y la crianza de mi hijo en primera persona.

A día de hoy me parece increíble todo el camino que he recorrido para llegar hasta aquí y a la vez cualquier atisbo de mi vida anterior me parece muuuuuuy lejano.

Por fin me dedico a algo que me apasiona, disfruto de muchísima flexibilidad para estar con mi familia y siento que todo vuelve a encajar y tiene sentido.

Pero puedo asegurarte que esto no siempre fue así...


Los inicios fueron de todo menos ideales


Cuando empecé mi andadura digital me pasaba el día reaccionando a lo que sucedía.

Sin estructura, sin organización, sin un plan que seguir.

  • De repente se me encendía la luz y pensaba que tenía que escribir un post sobre un tema en concreto.  ¡Eureka!  Corriendo que acudía a Google para buscar información y dejaba abiertas mil ventanas en mi navegador para empaparme de ese tema…
  • Entonces recordaba que tenía pendiente responder un comentario en la fanpage y a Facebook que me iba dejando todo lo demás a medias.
  • Alguna notificación en mi perfil hacía referencia a un experto en email marketing, y salía disparada a investigar qué era eso de los auto-respondedores y acababa suscribiéndome a no menos de 3 newsletters distintas para estar al día de todo…

¿Y al final qué pasaba? Que perdía totalmente el foco, me dispersaba y no lograba avanzar en lo que me había propuesto.

Todo, absolutamente todo me parecía interesante e igual de importante.

Cualquier tontería conseguía llamar mi atención, y me pasaba el día saltando de una tarea a otra.

Ahora veo que mi tiempo se escapaba tontamente en cualquier dirección, pero yo al principio lo llevaba bastante bien, estaba encantada con la romántica idea de poder organizarme según mis necesidades y los ritmos de mi peque… 

Aunque lo cierto es que no estaba organizada en absoluto.

En esa época iba siempre con prisas y con la sensación de no llegar a nada.

Tenía la casa hecha un desastre, me pasaba el día en pijama y no tenía nunca nada preparado a la hora de comer.

Vale, no somos nosotros, pero porque nadie inmortalizó esos momentos xD


Ahora me río, pero en esa época estaba gran parte del día disgustada y malhumorada porque mi cuerpo y mi mente no estaban nunca en el mismo lugar.

Cuando estaba con mi peque, mis pensamientos volaban pensando en todo lo que tenía pendiente por hacer y en todo lo que me faltaba por aprender.

Y en  cuanto podía escaparme un momento delante del ordenador, a los dos minutos mi hijo me reclamaba y yo renegaba por tener que dejarlo todo a medias...

Lo cierto es que, si hubiera sido posible, me habría pasado las 24 horas del día delante del ordenador.  

Es así.

Había encontrado algo que me apasionaba, me sentía como nunca, todo era nuevo y excitante y no me cansaba de dedicar horas y horas a mi proyecto...

El problema es que tanto subidón me estaba haciendo perder de vista otras prioridades y lo que más me pesaba era la interpretación que yo hacía de todo esto:

  • Que si deberías poder hacer más.
  • Que si no te organizas bien.
  • Que si así no vas a hacer que esto funcione.
  • Que si al final vas a tener que dar la razón a los que dicen que estás perdiendo el tiempo...

Todos eran pensamiento muy fugaces, pero que estaban al acecho para minarme la moral en cuanto bajaba la guardia.


Y de repente el enano dejó de hacer siestas


Un dramón.  

Hasta entonces siempre había aprovechado esos momentos para acercarme al ordenador y ponerme a trabajar.

Era algo que daba por hecho, contaba con ello, formaba parte de “mi horario”.

El día que me quedé sin esas burbujas de tiempo empecé a trasnochar.

Se me hacían fácilmente las 3 y las 4 de la mañana con la excusa de que por fin disponía de un tiempo para mí sin interrupciones.

El tema es que yo me acostaba de madrugada sí, pero al día siguiente mi hijo se despertaba bien temprano...

Como puedes imaginar renunciar a mi tiempo descanso empezó a tener consecuencias.


Que si mal humor, que si enfados...  


Ante cualquier interrupción perdía los nervios.

A menudo tenía que recordarme a mí misma que había decidido emprender para pasar más tiempo con mi peque…

Por lo que el enfado se iba alternando con la culpa... En definitiva, nada que ver con esa situación idílica que todas imaginamos cuando pensamos en emprender online.

¿Pero crees que todo quedaba ahí?

Qué va.

Por si fuera poco también me comparaba con otras mamás emprendedoras y sentía que estaba a años luz de conseguir sus resultados.

Veía que eran capaces de sacar adelante con éxito sus proyectos, incluso educando a sus hijos en casa!!!

Y yo que tenía un único hijo, U-N-O, era incapaz de hacer nada durante el día.

Muy mal, Neus, MUY MAL!


¿Por qué me estaba costando tanto?


Lo cierto es que emprender desde casa con un niño pequeño no tiene nada que ver con el típico empleo de 9 a 5.

Hasta entonces yo siempre había tenido un jefe que me iba marcando lo que tenía que hacer en cada momento, y si veía que me despistaba, me daba un toque o me decía claramente cuál era el tema a resolver primero.

Alguien tomaba las decisiones por mí,  marcaba la dirección y el ritmo y asumía las responsabilidades.

Sabía a qué hora entraba, a qué hora acabaría saliendo de trabajar y todo era bastante predecible…


Ser mamá emprendedora te rompe los esquemas


De repente te sientes abrumada por la cantidad de decisiones que tienes que tomar.  -  ¿Y si te equivocas? -

Por mucho que hagas, siempre tienes la sensación de que deberías haber hecho más.

Y esa auto-exigencia desmesurada suele ir de la mano de la falta de resultados.

Inviertes tiempo, esfuerzo y dedicación, que no se traducen en nada palpable.

¿Qué es lo que falla en estos casos?

Creo que mi mayor problema era que me pasaba el día a salto de mata.

Todo me parecía interesante, todo llamaba mi atención.

No tenía un plan definido de antemano, no me paraba a reflexionar cuál era el mejor orden para hacer las cosas y lo que hacía era improvisar sobre la marcha...

Y cuando los resultados no llegaban,  empezaba a quejarme:

  • Porque no me sentía totalmente apoyada.
  • Porque no tenía tiempo suficiente.
  • ​Porque no paraban de interrumpirme.
  • Y mil y una excusas más.

Porque sí, sí, todo esto eran excusas.


La productividad es el resultado de las decisiones que tomamos


Yo sabía que mi idea podía funcionar, pero como los resultados no aparecían por ningún lado, estaba  claro que había algo que no estaba haciendo bien.

  • Podría haber seguido culpando a los demás o a las circunstancias de mi lenta progresión.
  • Podría haber optado por llevar a mi hijo a una guardería para tener más horas libres.
  • Podría haber seguido sacrificando horas de sueño compensadas con litros de cafeína.
  • O incluso podría haber esperado a que pasaran varios años antes de poner realmente en marcha mi proyecto…

Pero (cabezona que es una) yo estaba convencida de que podía encontrar la forma de conseguirlo sin convertirme en un ogro ni renunciar a la crianza de mi hijo.

A través de las redes sociales había entrado en contacto con otras mamás emprendedoras,   no podía hacer ver que ser mamá de un niño pequeño era incompatible con poner en marcha un proyecto online porque ¡coño!  ¡No era verdad! 

Estaba viendo a otras mamás atentas, cariñosas y respetuosas que lo hacían!

Así fue cómo decidí seguir adelante pero empezando a hacer cosas distintas.

Comencé a formarme y a leer todo lo que caía en mis manos sobre productividad y gestión del tiempo y poco a poco empecé a cambiar mis hábitos, costumbres y rutinas.


Cada nueva técnica o estrategia sobre gestión del tiempo que descubría me ponía las pilas


Me topé con muchos métodos y herramientas buenísimos que empezaba a poner en práctica de forma inmediata...

Pero también descubrí que los cambios no se mantenían en el tiempo porque mi forma de pensar seguía siendo la misma.

Lo cierto es que si no transformas tu mentalidad, incluso los mejores métodos y herramientas acaban dando resultados modestos o temporales.

Fue entonces cuando entendí que para que mi negocio creciera, antes tenía que crecer yo.

Y tiene todo el sentido del mundo.

Si hay algo que tienen en común todas las personas exitosas, son unos hábitos y un mindset que les permiten conseguir lo que se proponen,  independientemente de sus orígenes, sus estudios, las veces que hayan fracasado o la suerte que hayan tenido en la vida.

En ese momento me di cuenta de que mis circunstancias no eran el motivo por el que estaba atascada y que la única que podía dar un giro a la situación era yo misma.


A día de hoy tengo clarísimo que el crecimiento profesional va de la mano del crecimiento personal


Esto es imprescindible.

Como mamás emprendedoras tenemos que formarnos en temas desconocidos para la mayoría de nosotras: plataformas digitales, redes sociales, embudos de venta, copywriting... Y un largo etcétera.

Pero tener éxito en tu proyecto está mucho más relacionado con tu forma de pensar que con tus conocimientos y habilidades en marketing y venta de productos o servicios.

Para poder sacar adelante tu proyecto con éxito, es necesario transformar por completo tu mentalidad y seguir tomando acción a pesar de los miedos, bloqueos e inseguridades.

Las personas exitosas tienen unos hábitos que las llevan a tener éxito, independientemente de sus orígenes, conocimientos y habilidades.

¿Y sabes qué es lo mejor de todo esto?  Que no importa lo que traigamos de serie o lo que hayamos hecho hasta ahora, todos somos capaces de desarrollar nuevos hábitos y replicar los resultados de la gente altamente exitosa.

Así que da igual si hasta el momento no has tenido los hábitos adecuados, o te consideras un auténtico desastre;  estás a un solo pensamiento de transformar tu vida.

Es sólo cuestión de crecer hasta conseguirlo.


"La motivación es lo que te hace empezar. El hábito es lo que te hace continuar”  

Jim Rohn.

Debes saber que yo nunca me he considerado una persona organizada, el orden no es algo que salga de mí de forma natural, pero eso no significa que esté todo perdido ;-)

Nunca antes había tenido rutinas diarias, ni dedicaba un ratito a planificar mi semana, ni nada por el estilo... ¿Para qué?  Ya tenía a un jefe que se encargaba de indicarme qué tenía que hacer en cada momento.

Pero ser tu propia jefa exige empezar a hacer cosas distintas, especialmente si quieres conseguir resultados distintos.

Y madre mía cómo cambió mi vida en el momento en el que empecé a adquirir nuevos hábitos productivos:

  • Por primera vez sentí que tenía el control de mi tiempo y de mi vida.
  • Dejé de reaccionar y empecé a planificar por adelantado.
  • Dejé de quejarme y buscar excusas o culpables y empecé a asumir la responsabilidad de todo lo que me sucedía.
  • Paré de machacarme con reproches y auto-juicios.
  • Puse fin a mi afán de perfeccionismo y empecé a ver mis errores como una fuente de aprendizaje.
  • Comencé a decir no a todo aquello que no me acercaba a mis nuevos objetivos.
  • Eliminé de mi agenda encuentros y compromisos sociales a los que iba sólo por obligación.
  • Puse fin a relaciones superficiales que no me aportaban nada y sólo me quitaban tiempo y energía.
  • Empecé a soltar y a delegar todo aquello que no era imprescindible que hiciera yo misma.
  • Y comencé a centrarme en las tareas que sí me ayudaban a llegar a dónde me había propuesto.

Y automáticamente los días empezaron a tener más horas.

Descubrí asombrada y entusiasmada que no tenía que estar 10 horas delante del ordenador para avanzar, que trabajando muchas menos horas pero de forma enfocada conseguía mucho más.

Entonces sí empezaron a llegar los resultados.


Mucho más en menos tiempo


A estas alturas ya debes saber que emprender requiere un montón de esfuerzo, energía y dedicación, pero.... ¿sacrificios?  No, los sacrificios son opcionales.

Para conseguir que tu proyecto sea todo un éxito hay que combinar el esfuerzo con una forma de pensar inteligente.

Haber multiplicado mi productividad ha impactado positivamente en muchos aspectos de mi vida:

  • He pasado de estar ocupada a ser realmente productiva.
  • Trabajo una media de 3-4 horas diarias (por la mañana) y consigo mucho más de lo que era capaz de hacer años atrás quedándome hasta las tantas.
  • Mis días tienen una estructura flexible que se adapta a mí y a las necesidades de mi familia.
  • Si las cosas no salen como había planeado, no me machaco por no conseguirlo a la primera (ni a la segunda ni a la tercera).
  • Sé que lo que marca la diferencia entre el fracaso y el éxito son las veces que vuelves a levantarte tras cada tropiezo.  Y estoy dispuesta a levantarme las veces que haga falta.
  • Eso se traduce en mayor tranquilidad, menos estrés y verdadero lifestyle.

Y lo mejor de todo es que la mujer y madre que soy hoy en día no tiene nada que ver con quién era antes, y eso me encanta ;-)


Me gano la vida haciendo algo que me apasiona y (me) he demostrado que esa idea loca mía era posible


Mi motivación inicial era encontrar la forma de conciliar trabajo y familia, y al final he acabado descubriendo un verdadero propósito de vida.

Yo nunca me había planteado que mi trabajo pudiera servir para transformar la vida de otras personas más allá de la mía, y ha sido poniendo mis dones y pasiones al servicio de los demás cuando por fin me he sentido plenamente realizada.

A día de hoy mi vida profesional y mi vida personal ya no van por separado, ya no tengo que esperar a que lleguen las vacaciones para "disfrutar de lo que hago".    Me siento igual de bien un lunes por la mañana que un viernes por la tarde.

Mi satisfacción personal ya no está fragmentada, hay coherencia entre las diferentes facetas de mi vida.

Y el nacimiento de mi hijo fue la chispa que puso en marcha toda esta transformación.

Probablemente tú estés pasando por algo parecido y puede que tu maternidad haya puesto en marcha nuevos anhelos, ideas y proyectos.

Incluso puede que mis problemas para lograr organizarme te hayan resultado familiares.

Y no me sorprende.

Lo cierto es que la falta de organización y buenos hábitos productivos es uno de los grandes retos que afrontamos la mayoría de mamás emprendedoras.

Y es que impulsar tu productividad es imprescindible si quieres dejar de perder el tiempo peleándote contigo misma por la falta de resultados, para empezar a disfrutar de una vida mucho más libre y significativa.

Sin ese cambio de hábitos tendrás la constante sensación de estar siempre esforzándote para nada.

Y nadie quiere pasarlo mal sólo porque sí.  ¿Verdad?

Claro que no, hay una forma mucho más fácil de hacer las cosas...

Pero no te preocupes, no hace falta que empieces a leer todos los manuales sobre productividad y gestión del tiempo que existen.

No es necesario que tú también pases por esto ;-)

A principios de 2010 yo no tenía ni la más remota idea de que terminaría el año con un bebé entre mis brazos.

No podía tan siquiera imaginar que rompería por completo con la que había sido mi profesión desde que había terminado la carrera ni que acabaría renunciando voluntariamente a un trabajo reconocido y bien remunerado...

¿Internet, blogs, mentalidad de éxito, hábitos productivos? 

Todo eso no formaba parte de mi plan y sin embargo, aquí estoy, convencida de que estamos aquí para algo más que simplemente dejar la vida pasar mientras nuestros sueños más profundos se marchitan.

Toda esta experiencia me ha mejorado tanto la vida, que quiero ayudarte a conseguir lo mismo.

Tengo claro que, si yo he podido, tú también puedes.

¿Te parece un buen plan?  

En un próximo correo voy a explicarte cómo puedes tú también impulsar tu productividad para empezar a conseguir más en menos tiempo.

¡Sigue atenta a tu bandeja de entrada!  

Mientras, ¿qué tal si te pasas por la sección de comentarios y me cuentas cuál es tu mayor reto para conseguir organizarte y ser realmente productiva?

Puedes responder aquí debajo o escribirme por mail a hola@neusvirgili.com

¡Escribe aquí debajo tu pregunta o comentario!