Cualquier persona que decide emprender online está familiarizada con los bloqueos que sufrimos antes de dar por bueno y sacar a la luz aquello en lo que estamos trabajando.
Nos cuesta muchísimo dar el OK a nuestro trabajo antes de hacerlo público.
Ya sea inaugurar nuestra página web, compartir un regalo para suscriptores o lanzar la página de ventas de un nuevo producto o servicio.
Parece que nunca llega el momento adecuado para hacerlo.
Somos capaces de pasarnos muchíiiiiiiiiisimos días (y muchíiiiiiiiiisimas noches) trabajando sobre lo mismo sin llegar a sentirnos realmente satisfechas con el resultado.
- Que si esta tipografía no termina de convencerme.
- Que si los colores no transmiten lo que quiero.
- Que si parece muy cutre.
- Que si es demasiado básico.
- Que si esto no le va a gustar a nadie…
Encontramos ochocientas mil chorraditas que pulir antes de darle el visto bueno.
Y al fin y al cabo… ¿por qué?
Tú me dirás: «Porque somos perfeccionistas«.
Sí, sí, conozco el discurso, pero, ¿Qué se esconde detrás de ese afán de perfeccionismo? ¿Tal vez la necesidad de tenerlo todo controlado?
Vayamos un paso más allá todavía, ¿Qué es lo que queremos controlar exactamente con nuestro deseo de perfección?
El sinsentido del perfeccionismo
Resulta que nos fijamos de antemano un estándar de calidad imposible de alcanzar y justamente por eso, porque es imposible de alcanzar, nos quedamos atrapadas en un bucle sin fin persiguiendo algo que ni remotamente conseguiremos alcanzar.
En muchos casos sentimos que debemos crear algo de calidad, de lo que estemos orgullosas, de lo que el resto del mundo esté orgulloso.
Esperamos Deseamos que elogien nuestro trabajo, que nos lluevan los cumplidos y el reconocimiento.
Si bien a todos nos puede parecer buena idea buscar la excelencia en lo que hacemos, cuando la perfección se convierte en una obsesión que nos domina y nos paraliza, se convierte en una auténtica asesina de sueños.
El ansía por perseguir la perfección es el motivo principal por el que personas muy talentosas y con muchísimo por aportar nunca llegarán a mostrar al mundo todo lo que son capaces de hacer.
¿Qué sentido tiene eso?
Fijémonos en los grandes
Imagínate a Mark Zuckerberg en el año 2004 dudando sobre si lanzar la primera versión de Facebook o no.
Sentado en su casa esperando a tener la aplicación completamente desarrollada para conseguir enamorar a sus usuarios.
Probablemente nunca habríamos oído hablar de él porque otra persona le habría tomado la delantera.
Facebook empezó siendo un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, no tienen nada que ver con el monstruo en el que se ha convertido hoy en día, pero sin esos inicios no habrían llegado a ser la red social con mayor número de usuarios a nivel mundial.
Fíjate en otro de los grandes como es el caso de Apple.
Apple, como muchas empresas pioneras, lanza al mercado sus productos sabiendo que tienen aspectos por pulir.
En 2007 lanzaron el primer iPhone, recibieron el feedback de la gente y lo mejoraron.
Normalmente a los pocos días de un lanzamiento ya suele estar disponible una actualización de software… Curioso, ¿verdad? 😉
Precisamente porque la perfección es imposible de alcanzar salen al mercado nuevas y mejores versiones de todo tipo de productos año tras año.
El éxito no es para los perfeccionistas
El mundo y la vida tal y como la conocemos está evolucionando tan deprisa que todo el que no siga tomando imperfecta acción masiva se va a quedar atrás.
No hay lugar para los perfeccionistas, aquí sólo van a sobrevivir los que sigan haciendo cosas.
Mientras tu sigues dudando sobre si es un buen momento o no, habrá alguien que te tomará la delantera, y no, no serán necesariamente personas que sepan más o tengan más experiencia, simplemente toman acción porque no dejan que sus miedos sean más fuertes que sus sueños.
Necesidad de control
Querer hacerlo todo perfecto y no contentarnos con menos suele ser un síntoma de una fuerte necesidad de control.
En ese afán de tenerlo todo controlado, lo que se persigue es encontrar la forma de reducir al máximo el riesgo a equivocarte y evitar el tener que experimentar rechazo, vergüenza, críticas o dolor.
El perfeccionismo nace de un profundo miedo al fracaso y a ser criticada.
Creemos que la perfección nos va a proteger de cometer errores, cuando de hecho esas ansías de perfección lo que hacen es evitar que nos mostremos al mundo, que la gente nos conozca y los demás se beneficien de todo lo que podemos aportar.
El perfeccionismo no es una búsqueda de lo mejor. Es perseguir lo peor de nosotros, la parte que nos dice que nada de lo que hagamos será nunca lo bastante bueno. JULIA CAMERON
Intentamos protegernos de los juicios externos porque secretamente sospechamos que los merecemos, y eso nos aterroriza.
Por eso el primer paso indispensable es hacer un cambio de chip y pasar del «Qué pensará la gente de mí» al «Yo ya soy suficiente«.
Para vencer la necesidad de perfección debes empezar por reconciliarte contigo misma, darte un respiro y apreciar todo lo que ya tienes, todo lo que eres capaz de aportar y todo el conocimiento y experiencia que contienen tus errores e imperfecciones.
La rueda de hámster del perfeccionismo
Es curioso que poniendo tanto empeño en evitar el fracaso, eso sea exactamente lo que se consiga.
Insistir en perseguir la perfección es una absoluta pérdida de tiempo por el simple hecho de que es inalcanzable.
En tu mente tienes una idea del perfecto resultado final que deseas, pero esa imagen es algo que nunca vas a poder alcanzar porque en realidad no existe.
Por otro lado, buscar la perfección hace que inviertas muuuuuucho tiempo en conquistas irrelevantes, tiempo que ya no vas a tener para dedicar a otras cosas que tal vez sí deberías estar haciendo.
Con el perfeccionismo lo que ocurre es que existe un profundo desequilibrio entre el tiempo que le dedicas a una tarea y el beneficio que te reporta.
La perfección están matando tu productividad
Al fin y al cabo la productividad consiste en producir algo, si no hay algo tangible, no podemos hablar de productividad.
Si nadie lo ve, no existe.
Una idea mediocre puesta en marcha siempre será mucho mejor que una idea perfecta guardada en un cajón.
Lo único que realmente importa al final del día son las acciones concretas que se han traducido en algo real.
Por eso siempre hecho es mejor que perfecto.
Ser perfecto no es realmente importante, lo que importa es que el trabajo esté hecho.
Sólo así se consiguen resultados.
Work in Progress
Como mamá emprendedora tengo muy claro que todo lo que hago está constantemente (y perpetuamente) en progreso.
Nunca hay una versión definitiva.
Regularmente tengo que actualizar mis cursos y contenidos, así como reciclar mis conocimientos y habilidades para poder seguir creciendo y contribuir a mejorar mi vida y la de los demás.
La vida es un proceso de mejora constante y eso me parece fascinante, porque en el fondo significa que nunca me voy a cansar, que nunca me voy a quedar sin trabajo por hacer, que siempre va a haber algo nuevo por descubrir y aprender.
De todos modos, no pierdas de vista que el mundo online cambia tan rápido que si no te mantienes en movimiento, corres el riesgo de quedar obsoleta rápidamente.
Mientras tú te quedas analizando pros y contras de tus decisiones, otra persona te va a tomar la delantera simplemente porque decidió dejar de pensar y empezar a actuar.
Hecho es mejor que perfecto
A mí me encanta la idea de empezar con la opción mínima viable.
Salir adelante con una versión reducida pero con lo imprescindible para empezar a rodar.
Una de las máximas del modelo Lean Startup es que, antes de gastar demasiado tiempo y dinero desarrollando un producto o servicio, lances una versión reducida para tantear el mercado. Es lo que se denomina Producto Mínimo Viable.
Siguiendo este planteamiento sales antes al mercado sin haber invertido un montón de recursos a ciegas.
Puedes ver qué funciona y qué no, no te la juegas a lo loco y luego tienes información muy valiosa para desarrollar una versión «definitiva».
¿Qué quiero decirte con todo esto?
Pues que debemos asumir que la primera versión siempre va a ser muy mierders xD
Esto es así, las primeras veces suelen dejar mucho que desear 😛
Peeeero sin esa primera tentativa, no tendríamos información suficiente como para saber qué es lo que hay que mejorar.
Equivócate lo antes posible
La idea es equivocarnos lo antes posible, con el menor despilfarro de recursos.
Si te centras en la idea de la versión mínima viable, no te pasarás meses y meses dándole vueltas a algo que puede que luego no funcione.
Si al final resulta que no sale como esperabas, no habrás perdido una cantidad ingente de tiempo perfeccionando algo que no era lo que tus seguidores estaban esperando.
Por ejemplo, ¿tienes dudas sobre si el curso que estás diseñando va a tener buena acogida?
Lanza una primera versión de prueba para un grupo reducido de personas:
Selecciona a un grupo de early adopters o beta-testers que probarán tu curso en petit comitè y te darán feedback para que puedas mejorarlo.
Ellos podrán beneficiarán de condiciones ventajosas como un precio muy reducido o algunos bonos.
Y tú, a cambio. tendrás un montón de información nueva que te permitirá mejorar tu producto o servicio antes de lanzarlo oficialmente al mercado.
La idea principal aquí es perder el miedo a equivocarte y empezar a equivocarte rápido.
La experiencia se adquiere andando
Empieza a ver tu trabajo diario como un proceso en constante movimiento, no como algo que llegarás a terminar porque, normalmente el trabajo nunca termina.
Siempre habrá cambios, mejoras e innovaciones.
No tiene ningún sentido permanecer quieta esperando la perfección en un mundo en constante cambio.
Dejar de darle las vueltas a las cosas y toma acción.
Si no lo haces, nunca vas a crecer.
Planta ahora la semilla de lo que ya tienes y deja que crezca.
A estas alturas ya lo habrás adivinado. Este post no es perfecto ni pretende serlo 😛
Podría seguir recopilando información sobre los efectos del perfeccionismo durante semanas.
Podría adornarlo con tropecientos mil datos adicionales, curiosidades y anécdotas, pero el mensaje principal seguiría siendo el mismo.
He optado por ordenar la información que quería transmitirte, le he dado forma y he apretado el botón de publicar.
Y así lo que estaba en mi cabeza ha salido al mundo exterior.
Si quiero, la semana que viene o en algún momento en el futuro podré volver sobre este artículo y actualizarlo, añadir más reflexiones o simplemente incorporar información que a día de hoy desconozco.
Pero tú no estarías leyendo este artículo si yo lo hubiera dejado en borradores esperando a que llegara el momento perfecto.
Prefiero pensar que con esta imperfecta acción he podido ayudarte en el momento justo en que lo estabas necesitando.
Te animo a hacer lo mismo a partir de ahora.
Si has encontrado este post útil, me encantaría que le dieras a compartir usando los botones que encontrarás a continuación.
Y si te apetece, estás totalmente invitada a seguir esta conversación en el hilo de comentarios.
Deja una respuesta