Cada vez me siento más alejada del concepto de productividad.
Creo que deshumaniza a las personas.
Cuando todo se basa en producir, en crear algo tangible…
Acabamos equiparando nuestro rendimiento (y nuestro valor) al de las máquinas.
Y mira, no.
Un día alejada de todo escuchando a los pajarillos cantar puede ser muy productivo.
Un día descansando, leyendo tu novela favorita acurrucada en el sofá, puede ser muy productivo.
Y un día organizando pensamientos e ideas sin llegar a un resultado final, también puede ser muy productivo.
No es la primera vez que digo que, para mí, un día productivo es un día en el que me he sentido bien.
Independientemente de las tareas que he tachado de mi lista.
Alta productividad + alta insatisfacción ya se la pueden quedar en la revolución industrial.
Por supuesto que me encanta hacer cosas, avanzar y acumular logros…
Pero todavía me gusta más sentirme en paz conmigo misma cuando no hago na.
Poco se valora el bienestar emocional.
El sentirte bien, aquí y ahora.
Sin que tengas nada que demostrar.
Bueno.
Es mucho más fácil sentirte bien con lo que haces cuando tu mente no está enredada con demasiadas cosas.
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