Hoy voy a hablar de despensas porque creo que es un símil que será fácil de interpretar.
Te prometo que al final de todo esto viene una gran lección de productividad.
Vamos allá.
Existen personas que tienen despensas que son una gozada de mirar.
Con diferentes estantes, cestas para organizar cada tipo de alimento, etiquetas…
Todo está bien clasificado y en el lugar en el que tiene que estar.
Esas personas saben de lo que disponen, saben lo que pueden combinar y pueden acceder a lo que necesitan de forma fácil, rápida y sin complicaciones.
Luego hay despensas en las no sabes qué vas a encontrar.
Necesitas mover el paquete de arroz para ver qué hay detrás…
Las bolsas de plástico conviven con tarros vacíos de cristal…
Hay 3 paquetes con un culín de harina que no da pa na…
Manchurrones en los estantes que no se sabe de qué son…
Y cuando encuentras lo que buscas, igual hace 2 meses (o dos años) que caducó.
Supongo que coincidiremos en que cocinar con semejante percal no es agradable, ni práctico, ni resultón.
Y probablemente sea una fuente de mal humor y frustración.
(Ahora viene cuando aplicamos el símil a nuestra organización mental).
Porque también hay personas que tienen todas sus ideas, tareas y proyectos desperdigados y sin organizar.
Post-its…
Emails mandados a una misma.
Anotaciones en el el margen de una libreta.
Puñado de hojas sueltas.
Agendas.
23 aplicaciones de productividad.
Documentos guardados aquí y allá.
Una macedonia de información y ubicaciones a la que cuesta acceder y con la que no es fácil trabajar.
Eso si no te despistas, acabas traspapelando ideas o terminan por caducar.
Bueno.
Si tu cabeza es ahora mismo un batiburrillo de ideas, objetivos y tareas pendientes que no sabes cómo organizar, puede que te interese apuntarte a la NeusLetter. Te apuntas aquí: