¡No tengo tiempo! ¡Voy de culo! ¡Imposible, no doy abasto!
Vivimos en una sociedad acelerada, en la que las personas andan corriendo de un sitio a otro, como si formaran parte de una carrera de relevos que no termina nunca.
De hecho, aunque sea de forma inconsciente, se valora muy positivamente a aquellas personas que siempre van con la lengua fuera, con cara de preocupación y resoplando de vez en cuando.
Se tiende a pensar que alguien que no para nunca quieto es una persona trabajadora, comprometida, resolutiva… Pero seguir un ritmo frenético de actividades no supone necesariamente ser una persona productiva.
En este vídeo te cuento las ventajas que tiene para nosotras, y para nuestra familia, tomar conciencia de la necesidad de reajustar la velocidad a la que vivimos, para dejar de vivir atropelladamente y empezar a disfrutar plenamente de cada momento.
¡Ahora es tu turno!
¿Te has sentido identificada? ¿Ves factible poder ajustar el ritmo de los adultos al de nuestros hijos?
¡Espero tus comentarios!
¡¡Hola Neus!!
Muy buenos consejos, lo malo es cuando se lo dices a esa persona o persona, como es mi caso, y siempre se lo toman a mal, ¡¡no se puede hablar con ellos!! hay personas muy preocupadas en salir ganando si o sí que no miran el mal que les hacen a los demás.
Me quedo por aquí 😉
¡¡Un abrazo!!
María!!!! Me encanta tenerte por aquí!!!! Arriba el espíritu superloba protegiendo a sus cachorros! Un besazo!
Esa es la teoria pero ponerlo en practica es otro cantar. A veces nos dejamos arrastrar por la marea y las prisas humanas llevando a nyestros hijos detras. Lo para mi es momento cena y vaño que ya estoy con los nervios a flor de piel.Interare seguir tus consejos..un saludo
El primer paso es ser consciente de los momentos en los que te dejas llevar por la presión y tus propias preocupaciones…y poco a poco ir anticipándote a ese momento. No es fácil, pero sí muy gratificante. 😀